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  • Foto del escritorRoger Valls Martínez

El eclectus: un loro diferente

Los eclectus son loros que parecen escapar a toda lógica. Sin embargo, sus características más extravagantes guardan una relación muy estrecha con su utilidad evolutiva, objeto de las presiones derivadas de su contexto ecológico en estado silvestre. A pesar de ello, todavía quedan algunos misterios por resolver en lo concerniente a esta enigmática especie.



El loro eclectus


Los eclectus son un conjunto de cuatro especies existentes (E. cornelia, E. polychloros, E. riedeli y E. roratus) y una extinta (E. infectus) de psitácidos de talla mediana, nativos de Indonesia, Nueva Guinea y Australia. El brillante colorido de los loros eclectus, junto a su inmutable expresión facial y a lo eléctrico de sus movimientos, lo convierten en una de las especies de psitácida más hermosas y llamativas que existen. Sin embargo, no son estas las características que los hacen más especiales.



Dos loros eclectus: una hembra (izquierda) y un macho (derecha). En Butterfly Park Empuriabrava. - Fotografía propia.

Estamos hablando de loros que tienen un dimorfismo sexual extremadamente marcado, a diferencia de la mayoría de especies de loros, y cuyo colorido está invertido respecto a lo esperable entre machos y hembras de la misma especie. Además, su sistema de apareamiento es de lo más infrecuente dentro del orden de las psitaciformes y, por si fuera poco, se les atribuye la capacidad de controlar el sexo de sus crías en las sucesivas nidadas. Sabiendo todo esto, la espectacularidad de su colorido pasa a un segundo plano, ¿verdad?



Dicromatismo sexual inverso


El hecho de que las hembras necesiten ser más selectivas en la reproducción, principalmente debido a los costes adicionales derivados del propio proceso reproductivo, como la incubación de los huevos y la crianza de los polluelos, es una realidad palpable en la inmensísima mayoría de especies de aves. Esta realidad se manifiesta en forma de competencia entre los machos de la propia especie, la cual puede manifestarse en forma de contiendas físicas entre ellos o, por ejemplo, mediante exhibiciones visuales que impresionen a las hembras.


El plumaje brillante y colorido es un rasgo que muestran los machos como una forma de atraer a las hembras en la época de apareamiento. Dicho diseño juega un papel fundamental a la hora de transmitir información acerca de la calidad genética y la aptitud del macho como compañero reproductivo. Es común, por tanto, que en las aves los machos dispongan de rasgos físicos llamativos en color o forma, mientras que las hembras sean mucho menos espectaculares, siendo capaces de pasar mucho más inadvertidas desde un punto de vista visual.


Sin embargo, existen excepciones a esta regla como es el caso que nos ocupa. En eclectus es la hembra la que exhibe un plumaje más colorido, rojo y azul, mientras que el macho es verde, notablemente más discreto. Esto se debe al rol social que cumple cada uno de ellos: el macho se mueve continuamente entre y sobre la canopia, forrajeando para alimentarse a sí mismo, a la hembra y a los polluelos (si los hay). Por su parte, las hembras, debido a la importante escasez de nidos, necesitan permanecer dentro o cerca de uno de ellos para proteger su territorio. De hecho, las hembras de eclectus suelen ocupar su nido durante hasta 11 meses al año, lo cual es muchísimo, y se ha observado que monopolizan una misma oquedad durante varios años consecutivos.


Las hembras tienden a pasar buena parte del tiempo en el interior de nidos, también en cautividad. - Fotografía de Noelia Sánchez.

Mientras que los machos usualmente alternan las actividades de forrajeo en las copas de los árboles y el cuidado y alimentación de las hembras. - Fotografía propia.

Por todo ello, es evidente que cada uno de los dos sexos se enfrenta a presiones selectivas muy diferentes, pues en los machos es prioritario el camuflaje, para evitar ser depredados en alguna de sus constantes expediciones de búsqueda de alimento, mientras que en las hembras es prioritaria la conspicuidad, para “señalizar” con color rojo el área con un nido de su propiedad. Es muy interesante ver cómo factores ecológicos como la competencia por recursos y el comportamiento social-reproductivo de una especie moldean de forma selectiva, a través de la evolución, las características físicas de esta para garantizar su supervivencia.



Un sistema social y de apareamiento poco común


El sistema de apareamiento de los loros eclectus puede considerarse poliándrico, es decir, cada hembra se aparea con más de un macho. Además, en esta especie el tipo de poliandria que tiene lugar es cooperativa, es decir, dos o más machos forman unidades sociales estables con una sola hembra y comparten la tarea de la paternidad en una misma nidada. El hecho de que los machos excedan en número a las hembras, como de hecho parece suceder en libertad, y los beneficios asociados a la alimentación y defensa del territorio por parte de más de un macho, son algunas de las claves que han llevado al loro eclectus a organizarse de esta forma.


Los estudios realizados para tratar de entender este fenómeno revelaron que comúnmente cada hembra es cuidada (alimentada y protegida) por hasta tres machos, sin embargo, en algunos casos el número se elevaba hasta los siete machos por cada hembra. Con el objetivo de descubrir el grado de parentesco entre todos los machos cooperadores, se analizaron marcadores moleculares que revelaron que estos grupos poliándricos no están formados por individuos estrechamente relacionados genéticamente. Este hallazgo, por tanto, descarta que sean miembros jóvenes de la familia actuando como asistentes y que, en todo caso, todos ellos buscan reproducción directa con la hembra.


Las hembras de eclectus tienden a rondar las inmediaciones de su territorio, cuyo núcleo es el nido que suelen ocupar. - Fotografía propia.

Asimismo, se ha logrado confirmar que los machos que forman parte de uno de estos grupúsculos sociales, generalmente también forman parte de otro/s, encargándose de proteger y alimentar a otra/s hembra/s, así como tratando de aparearse con ella/s. Esto tiene todo el sentido, pues entre otras cosas, reduce la competencia entre individuos del sexo masculino.


Por tanto, el sistema social y de apareamiento de los eclectus no solamente es poliándrico cooperativo, sino también poliginándrico, pues los machos se aparean con varias hembras mientras las hembras se aparean con más de un macho. Ambos sistemas de apareamiento pueden considerarse exclusivos de esta especie en el orden de las psitaciformes, lo que convierte al eclectus en un loro particularmente especial en cuanto a comportamiento.



La asignación del sexo de las crías: un misterio por resolver


La teoría evolutiva predice algunos beneficios en la producción de crías de un sexo por encima de otro en determinadas circunstancias, aunque en aves no se ha encontrado tal fenómeno abundantemente. En psitácidas se ha reportado también en kakapo (Strigops habroptila), aunque uno de los casos más evidentes es el del carricero de Seychelles (Acrocephalus sechellensis), en cuyo caso prevalece la producción de hembras en grupos pequeños, las cuales asisten en la crianza de las nuevas nidadas, y de machos en grupos grandes, cuando ya son demasiado numerosos, pues estos abandonan la familia desde la juventud.



Carricero de Seychelles. - Remi Jouan, CC BY-SA 3.0 <https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0>, via Wikimedia Commons


Al margen de los beneficios adaptativos, que pueden ser diferentes en cada caso, los mecanismos a través de los cuales se obtiene un resultado sesgado en el sexo de la progenie son también objeto de estudio. En el caso comentado del carricero de Seychelles, por ejemplo, el control de sexos es primario, es decir, tiene lugar en el momento de la fertilización del óvulo. Los demás métodos de ajuste del sexo resultante pueden parecernos más crueles, pues implican una mortalidad diferencial post eclosión: el infanticidio selectivo (muerte de crías de un sexo específico por parte de un parental), la asignación desigual de recursos a los polluelos (para favorecer la supervivencia del sexo deseado) y el siblicidio (muerte por parte de hermanos).


Este fenómeno se estudió a finales de los años 90 con loros eclectus, a través de la información proporcionada por criadores de la especie en condiciones de cautividad. La investigación reportó resultados muy interesantes a este respecto, pues a pesar de no advertir sesgo alguno en la proporción general de sexos de las crías (ratio cercano al 50:50), sí se observó que los sexos no se producen con igual probabilidad en todos los momentos o circunstancias.


Lo primero que se vio es que cuando se producen dos polluelos en una misma nidada (es relativamente común que solamente sea uno) es muy probable que sean del mismo sexo (solamente un 15% de las nidadas con dos crías dio lugar a combinaciones macho y hembra). En segundo lugar, es frecuente que las hembras engendren largas secuencias de crías de un mismo sexo, de hasta 20 nacimientos de macho seguidos, antes de empezar a producir el sexo opuesto. Esto, de acuerdo con las numerosas simulaciones realizadas, ha demostrado ser altamente improbable, lo que demuestra que en esta especie se está ejerciendo algún tipo de control de la asignación sexual de las crías. Estas mismas simulaciones arrojan resultados interesantes en cuanto al mecanismo de regulación del sexo de las crías, pues prácticamente descarta métodos de mortalidad diferencial y, por tanto, la etapa más probable para que ocurra el control del sexo en esta especie es durante la fertilización del huevo.


En mi experiencia con eclectus en cautividad, he podido corroborar que es común que las nidadas de 2 crías sean del mismo sexo y que se produzcan secuencias más o menos largas de individuos de igual sexo. - Fotografía de Noelia Sánchez.

Dicho esto, lo que no está claro es qué beneficios adaptativos reporta el control del sexo de la progenie a los loros eclectus. ¿De qué les sirve? Y, ¿qué circunstancias son las que determinan la prevalencia de un sexo sobre el otro en un momento determinado? En un primer momento, como sucede (aunque de forma inversa) con el carricero de Seychelles, se pensó que, dado que son los machos los que asisten y protegen en la reproducción, podría ser adaptativo para las hembras reproductoras producir machos cuando el grupo no está suficientemente nutrido de individuos del sexo masculino como para asegurarle el éxito reproductivo, y producir hembras en el supuesto contrario. Sin embargo, esta hipótesis perdió gran parte de su fuerza cuando se descubrió que, en el caso de los eclectus, no se trata de grupos familiares, sino de “harenes” masculinos conformados por individuos que compiten por la hembra y cuidan de ella a partes iguales.


Por el momento, no se puede descartar que los loros eclectus respondan a factores ambientales, como las circunstancias sociales o la calidad del territorio o del nido. De hecho, una de las hipótesis de trabajo actuales es que las hembras producen crías machos (más grandes y costosos de criar) cuando disponen de buenos huecos de anidación y muchos machos que las alimentan. Sin embargo, nada de esto puede confirmarse, más aún cuando los resultados obtenidos en cautividad no dan soporte en esta teoría, pues son generalmente parejas alojadas individualmente, por lo que su output reproductivo en cuanto a sexo no parece poder relacionarse con este factor. En todo caso, los datos obtenidos de aves mantenidas bajo cuidado humano sugieren que el control del sexo puede venir determinado por señales asociadas al propio individuo, como es su estado de salud, su condición física, u otras. De cualquier modo, por el momento todavía no tenemos respuestas para estas preguntas, y eso convierte a los loros eclectus en sujetos todavía más intrigantes y cuyo estudio en profundidad suscita más interés.



Como ves, estos loros se salen de toda regla y es precisamente eso lo que, bajo mi punto de vista, los hace tan interesantes. Su comportamiento (y quién haya trabajado con varias especies de loros lo sabrá) es diferente del de cualquier otra especie de psitácida, por no hablar de su aspecto físico. Con esta entrada espero haber podido aportarte algún conocimiento nuevo e interesante y, como siempre, te animo a que me dejes cualquier comentario o pregunta en la sección destinada a ello, más abajo.


Como siempre, agradecido de que te hayas pasado por aquí a leerme. ¡Hasta la semana que viene!



Roger Valls Martínez



 

Bibliografía:


Heinsohn, R., Legge, S., & Barry, S. (1997). Extreme bias in sex allocation in eclectus parrots. Proceedings of the Royal Society of London. Series B: Biological Sciences, 264(1386), 1325–1329. https://doi.org/10.1098/rspb.1997.0183 


Heinsohn, R., & Legge, S. (2003). Breeding Biology of the reverse‐dichromatic, co‐operative Parrot Eclectus roratus. Journal of Zoology, 259(2), 197–208. https://doi.org/10.1017/s0952836902003138 


Heinsohn, R., Ebert, D., Legge, S., & Peakall, R. (2007). Genetic evidence for cooperative polyandry in reverse dichromatic eclectus parrots. Animal Behaviour, 74(4), 1047–1054. https://doi.org/10.1016/j.anbehav.2007.01.026 


Heinsohn, R. (2008). Ecology and evolution of the enigmatic eclectus Parrot (Eclectus roratus). Journal of Avian Medicine and Surgery, 22(2), 146–150. https://doi.org/10.1647/2007-031.1 


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