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Reintroduciendo el guacamayo escarlata en Costa Rica

  • Foto del escritor: Roger Valls Martínez
    Roger Valls Martínez
  • 22 jun
  • 12 Min. de lectura

Desde hace casi un año tengo la inmensa fortuna de formar parte de un programa de conservación tan importante como es el proyecto de reintroducción de la lapa roja (Ara macao) en el extremo sur-oeste de la Península de Nicoya, en Costa Rica. En esta entrada quiero explicarte en qué casos pueden ser útiles este tipo de proyectos de conservación y en qué consiste este en particular.



Programas de repoblación, tamaño poblacional y balance ecológico


En los ecosistemas naturales, cada especie cumple un papel irremplazable. Desde los grandes depredadores hasta los polinizadores más diminutos, todos contribuyen al equilibrio y funcionamiento del entorno que habitan. Por ello, cuando una población desaparece o su tamaño disminuye sustancialmente, el impacto no se limita únicamente a la especie afectada, sino que se extiende —y con frecuencia de forma más crítica— al ecosistema del que forma parte.


En este contexto, el tamaño poblacional adquiere una relevancia fundamental. Las especies con poblaciones muy reducidas son especialmente vulnerables a factores como la pérdida de diversidad genética, los cambios ambientales y los eventos catastróficos. Por esta razón, la conservación moderna no se limita a proteger hábitats —lo cual es, sin duda, la medida clave y, en muchos casos, incluso suficiente—, sino que también se orienta a garantizar poblaciones lo suficientemente grandes y diversas como para ser resilientes frente a esas amenazas. La importancia del tamaño poblacional se formaliza en el concepto de población viable mínima, que define en términos teóricos el umbral necesario para que una especie tenga una alta probabilidad de persistir a largo plazo, incluso en contextos adversos.


Lapa roja en la costa Pacífico Central de Costa Rica. - Fotografía propia.
Lapa roja en la costa Pacífico Central de Costa Rica. - Fotografía propia.

Cuando las poblaciones naturales se reducen tanto en tamaño como en diversidad, su vulnerabilidad aumenta significativamente. En algunos casos, esto conduce a extinciones locales, e incluso a la desaparición total de la especie en vida libre. Ante estas situaciones, los programas de reintroducción y repoblación se convierten en herramientas clave dentro del repertorio de estrategias de conservación con el que contamos. Estas iniciativas, que a menudo implican la liberación de individuos criados —o mantenidos—en cautiverio, buscan no solo evitar la extinción de la especie, sino también incrementar su tamaño poblacional y restablecer su presencia en ecosistemas de los que alguna vez fue parte esencial. Al hacerlo, contribuyen no solo a la supervivencia de la especie, sino también a la restauración de procesos ecológicos fundamentales, como la dispersión de semillas, el control de otras poblaciones y el mantenimiento del equilibrio trófico. Si se planifican y ejecutan correctamente, estos programas pueden ayudar a reparar —al menos en parte— los desequilibrios provocados por la actividad humana y devolver a los ecosistemas su funcionalidad original.



Programas de reintroducción de la lapa roja: Asoprolapa


Durante las décadas de los 60 a los 80, la deforestación—principalmente para establecer pastoreo—provocó una drástica pérdida de bosques en Costa Rica, afectando negativamente no solo al guacamayo escarlata (Ara macao), sino también a otras especies de fauna silvestre (González & Lobo, 1999). La presión adicional del comercio ilegal de ejemplares casi llevó al guacamayo escarlata a desaparecer, según diversos estudios (Pérez, 1998; Vaughan, 2019; Wright et al., 2001).


Mientras que en la totalidad del país solamente quedaron dos poblaciones lo suficientemente grandes y diversas como para considerarse viables a medio plazo (los más de 400 individuos de la zona Pacífico Central y los 800-1200 de la Península de Osa), en la Península de Nicoya, la situación se agravó en exceso. La especie, quedó confinada a un reducido grupo de solo 12 a 15 individuos en los Cerros de Rosario y en las faldas del Parque Nacional Barra Honda. Este pequeño núcleo representaba la última población silvestre autóctona registrada en la región (Artavia-Durán, 2018).


Hoy en día, el cambio de actitud en la comunidad local y la implementación de políticas ambientales responsables han impulsado la recuperación de la cubierta forestal, lo que a su vez ha favorecido la estabilidad de la población del guacamayo escarlata (Calvo-Obando & Ortiz-Malavassi, 2012; Artavia-Durán, 2018; Monge et al., 2016). Además, el trabajo continuo llevado a cabo por Asoprolapa durante varias décadas, en particular en la repoblación de la especie en el sureste de la Península de Nicoya, ha permitido devolver a la especie a la región y sentar las bases para su restablecimiento.


Pareja de guacamayos escarlata en el área de Cabuya, liberados por el proyecto Asoprolapa - Wild Sun Rescue Center. - Fotografía propia.
Pareja de guacamayos escarlata en el área de Cabuya, liberados por el proyecto Asoprolapa - Wild Sun Rescue Center. - Fotografía propia.

El proyecto de cría en cautividad para liberación de la conocida como lapa roja en el área sureste de la Península de Nicoya fue puesto en marcha en el año 1996 por parte de Asoprolapa. Sin embargo, no fue hasta más de diez años después cuando el proceso de repoblación dio inicio, llegando a liberar un total de 158 guacamayos (89 machos, 69 hembras) entre 2007 y 2018. Desde la primera liberación, se estableció un riguroso monitoreo en vida libre que ha permitido recopilar datos sobre la dieta, mortalidad y reproducción de las aves (Arias Vega, 2020). En febrero de 2008 se introdujeron 30 nidos artificiales, y apenas un año más tarde, en marzo de 2009, se registró el nacimiento del primer pichón en libertad. Hasta junio de 2019 se contabilizaron 95 crías nacidas en estos nidos, sumándose a informes esporádicos de 20 crías provenientes de nidos naturales en el sureste de la Península de Nicoya (Arias Vega, 2020). Actualmente se estima que la población total en el área supera los 300 individuos. Este número, junto con el éxito reproductivo registrado en nidos naturales y artificiales, indica que la población de lapa roja en la zona se encamina hacia la viabilidad a largo plazo.


Por otra parte, Asoprolapa en colaboración con Wild Sun Rescue Center, puso en marcha a finales de la década pasada un segundo zoocriadero con fines de repoblación en el área de Cabuya, al extremo sur de la provincia, junto a la Reserva Natural Absoluta Cabo Blanco. En este caso, se han llevado a cabo por el momento cuatro eventos de suelta entre los años 2019 y 2024, habiendo liberado un total de 50 guacamayos escarlata en la zona. El objetivo de este proyecto que tengo la fortuna de poder manejar, es liberar como mínimo 100 individuos en un periodo de diez años (2019-2029). Por el momento se trata de una población joven, con individuos que no superan los 6-7 años de edad, motivo por el cual todavía no existen indicios claros de éxito reproductivo en libertad, tanto en nidos naturales como artificiales.



El programa de cría en cautividad para repoblación, desde dentro


Como director técnico de Wild Sun Rescue Center tengo la gran fortuna de gestionar el proyecto de cría y repoblación de la lapa roja en el área de Cabuya, por lo que me gustaría poder acercarte un poquito más a él con este artículo, para que puedas conocer su funcionamiento.


Primeramente, se dispone de una serie de individuos de lapa roja considerados irrecuperables y, por tanto, no liberables. Esta población de individuos que han sufrido heridas, lesiones o cicatrices psicológicas irreversibles, es albergada en el santuario regentado por Asoprolapa en la Bahía de Pochote. En él, las lapas se mantienen en grupo en un recinto de grandes dimensiones, donde tienen la oportunidad de emparejarse de forma natural, y son precisamente estas parejas que se han formado las que posteriormente son enviadas al zoocriadero que nosotros gestionamos en Cabuya. Para cerrar el ciclo, tras un periodo de tiempo determinado en las instalaciones de cría, los animales volverán al recinto de origen en el santuario.


Las instalaciones del aviario disponen de espacio para no más de 6 parejas reproductoras, es decir, un total de 12 individuos (6 machos y 6 hembras). Los recintos son instalaciones suspendidas que alojan a una pareja cada una de ellas. Entre otros elementos, disponen de un nido de madera que ofrece a las aves la oportunidad de reproducirse. Para estimular la actividad reproductiva en las aves, se ponen en práctica una serie de iniciativas en el entorno de los animales, que incluyen desde cambios en la alimentación, pasando por las estructuras y elementos varios de dentro del recinto, hasta el ofrecimiento de sustratos y materiales en el nido que ofrezcan a los guacamayos la oportunidad de trabajar en sus nidos como lo harían en estado silvestre, con el objetivo de estimular la actividad gonadal en estas aves e incentivarlas a reproducirse.


Asimismo, los técnicos del proyecto seguimos un protocolo de monitoreo y registro de datos muy estricto en todo momento, que nos permite controlar los procesos de puesta, incubación y crianza de los pichones, aún ejerciendo una intervención mínima en el proceso y permitiendo que este se lleve a cabo de la forma más natural posible por parte de los progenitores. Una vez las crías salen del nido, son ellos mismos quienes terminan de criarlas hasta que se convierten en animales completamente independientes y sanos, capaces de valerse por sí solos.


Pichón de lapa roja en buen estado, de unas 6-7 semanas de edad, dentro del nido. - Fotografía propia.
Pichón de lapa roja en buen estado, de unas 6-7 semanas de edad, dentro del nido. - Fotografía propia.
Otro pichón, en este caso de entre 7 y 8 semanas de edad. - Fotografía propia.
Otro pichón, en este caso de entre 7 y 8 semanas de edad. - Fotografía propia.

Es en este punto en que los juveniles son trasladados a los recintos de crianza, en los que son introducidos con un grupo muy reducido de guacamayos de edad y estado de desarrollo similar, con los que compartirán las primeras experiencias como individuos independientes. En esta área experimentan sus primeras vivencias sociales fuera del grupo familiar, aprenden a compartir y a competir, y en términos generales, a relacionarse con los demás. Además, tienen la oportunidad de adquirir habilidades de supervivencia básica, como resguardarse ante las inclemencias meteorológicas o, idealmente, no utilizar el suelo como parte de su rango de acción (y así minimizar el riesgo de depredación en el futuro).


Tras algunas semanas o meses en los recintos de crianza, los guacamayos son trasladados a la que será la última fase del proceso de rehabilitación antes de ser introducidos al medio natural: el recinto de pre-liberación. En este recinto los introducimos en un único grupo de mayor tamaño, que es el que será liberado conjuntamente tras algunos meses de preparación. Este recinto tiene unas dimensiones considerables, 14x12 m, por casi 6 m de altura. Aquí, los individuos terminan de establecer vínculos con otros del grupo, aprenden a desenvolverse socialmente en un grupo de mayor tamaño y complejidad, ganan musculatura y habilidades de vuelo y aprenden a identificar y a utilizar las fuentes de alimento naturales de los que deberán alimentarse en vida libre.


En el área, la lapa roja no tiene depredadores que puedan poner en riesgo su supervivencia en términos poblacionales en condiciones normales, así que no se lleva a cabo ningún entrenamiento anti-depredación, lo cual no ha impedido que las anteriores liberaciones resulten exitosas. Sin embargo, uno de los puntos más importantes y a la vez críticos es el aprendizaje de las habilidades necesarias para ser capaces de alimentarse por sí solos sin depender de la intervención directa del ser humano. Así pues, ponemos un gran esfuerzo en entrenar a los animales a, como he dicho anteriormente, identificar y alimentarse de los frutos y semillas que encontrarán en el medio en el que serán liberados. Todos los días recolectamos alimentos silvestres que son ofrecidos a los animales: almendras de playa (Terminalia catappa), anacardos (Anacardium sp.), higos (Ficus sp.), semillas de guácimo (Guazuma ulmifolia), frutos de jobo (Spondias purpurea), mango (Mangifera indica), entre muchos otros. Es de este modo como las aves, una vez liberadas, podrán identificar todos estos frutos y semillas como potenciales fuentes de alimento y serán capaces de aprovecharlas en sustitución de la dieta que nosotros les proveemos en bandejas.


Ejemplo de la alimentación que se ofrece a las lapas, tanto en pre-liberación como en post-liberación. - Fotografía de Louise Pover.
Ejemplo de la alimentación que se ofrece a las lapas, tanto en pre-liberación como en post-liberación. - Fotografía de Louise Pover.

Cuando las lapas tienen edad suficiente y están listas en términos de comportamiento y de condición física, el grupo pasa a ser considerado liberable, siempre y cuando se cumpla con una condición indispensable: que el tamaño del mismo sea suficiente. Esto, en especies sociales como son los guacamayos es fundamental, puesto que el realizar una liberación de un grupo grande aporta numerosos beneficios en la adaptación de los individuos que lo conforman: disminuye el riesgo de depredación, les facilita el encontrar el alimento, y evita la sobredispersión inicial, lo cual representa un problema en individuos que todavía no están adaptados al medio silvestre. Así, cuando se dispone de un grupo de en torno a 10-15 individuos, se procede a programar la liberación.


Para la liberación se lleva a cabo un proceso de soft-release, o liberación suave. Un soft-release es un proceso gradual en el que los animales son liberados de manera voluntaria en su hábitat natural. A diferencia de una liberación total e inmediata (hard-release), el soft-release les da tiempo para adaptarse al entorno y aprender a sobrevivir por sí mismos, con monitoreo y apoyo humano en muchos casos, como la provisión de alimento o refugio temporal, antes de su total emancipación. En nuestro caso, los animales son liberados directamente desde el recinto de pre-liberación, simplemente abriendo las puertas de suelta, situadas en la zona alta del recinto, permitiendo que las aves vayan saliendo al exterior. Una vez todo el grupo está fuera, se cierra la puerta impidiendo la entrada de nuevo al recinto.


Liberación de un grupo de 14 lapas rojas en el mes de diciembre del año 2024. - Vídeo propio.

Tras la liberación, parte de los individuos tienden a dispersarse ligeramente, aunque suelen hacerlo en distancias cortas, pues su físico no suele estar preparado para recorrer largos trayectos en vuelo todavía. Así, por la presencia y las vocalizaciones de los individuos que han permanecido en el sitio, en un par o tres de días todo el grupo termina regresando y congregándose alrededor del recinto de suelta. Desde el minuto uno, ofrecemos alimentación y agua de bebida suplementarios a los guacamayos en diversas bandejas colgadas en altura en el entorno más próximo a la zona de liberación. De esta forma, les asistimos en su adaptación al medio, asegurándonos de que no sufren en exceso en el proceso, algo que podría provocar bajas por varios motivos (desnutrición, depredación por comportamientos maladaptativos, aparición de enfermedades por inmunosupresión, etcétera).


Dos lapas liberadas en Cabuya alimentándose en las bandejas de alimentación suplementaria post-liberación. - Fotografía propia.
Dos lapas liberadas en Cabuya alimentándose en las bandejas de alimentación suplementaria post-liberación. - Fotografía propia.

Bandeja de alimentación en la que tuvimos que buscar una solución para que las lapas dejaran de bajar al suelo a por el alimento (el espacio vallado que se aprecia debajo de ella). Spoiler: funcionó espectacularmente bien y las lapas dejaron de bajar al suelo de forma instantánea y permanente. - Fotografía propia.
Bandeja de alimentación en la que tuvimos que buscar una solución para que las lapas dejaran de bajar al suelo a por el alimento (el espacio vallado que se aprecia debajo de ella). Spoiler: funcionó espectacularmente bien y las lapas dejaron de bajar al suelo de forma instantánea y permanente. - Fotografía propia.

En el proceso de post-liberación, monitoreamos el estado de la población liberada diariamente a través de observaciones oportunistas alrededor del área de suelta, lo que nos permite hacer un seguimiento y evaluación del proceso de adaptación de las aves (vemos cómo se mueven y dispersan, si empiezan a alimentarse de frutos y semillas en su estado natural, cómo se relacionan con la población existente en el área…). Así, a medida que las aves se van adaptando y aprenden a desenvolverse con menor independencia de los recursos que les proveemos, iniciamos el proceso de “emancipación”, en el que progresivamente reducimos la cantidad de alimento que les ofrecemos para, a su vez, promover y reforzar todavía más su proceso de aprendizaje e independización. Por lo general, independizamos a las aves por completo tras 6-9 meses desde el momento de la liberación, de modo que sean completamente libres de dispersarse hacia regiones próximas para empezar a reproducirse (a partir de la edad de 5 años) y a contribuir al establecimiento de una población viable lo antes posible.


Gráficos que muestran la evolución de la población de lapa roja liberada alrededor del sitio de liberación a lo largo del tiempo. Se aprecia una clara tendencia descendente, pasando de una población de más de 20 a una población de entorno a 4 o 5 individuos tras unos 6 meses desde la suelta. - Imagen propia.
Gráficos que muestran la evolución de la población de lapa roja liberada alrededor del sitio de liberación a lo largo del tiempo. Se aprecia una clara tendencia descendente, pasando de una población de más de 20 a una población de entorno a 4 o 5 individuos tras unos 6 meses desde la suelta. - Imagen propia.

Así es como funciona, a grandes rasgos, el proyecto de cría y repoblación de la lapa roja promovido por Asoprolapa y gestionado en colaboración con Wild Sun Rescue Center. Considero que es súper importante dar a conocer la importancia de iniciativas como esta, que tanto han aportado y siguen aportando a la conservación, no sólo de su especie insignia, sino también del ecosistema del que esta forma parte. Espero que te haya resultado interesante esta entrada y, como siempre, te animo a que dejes tus comentarios abajo, en la sección correspondiente. ¡Nos leemos!



Roger Valls Martínez



BIBLIOGRAFÍA


González & Lobo, 1999 González, F., & Lobo, S. (1999). Breve descripción del estado de los recursos forestales de Costa Rica [Informe]. Sistema Nacional de Áreas de Conservación, Ministerio del Ambiente y Energía (MINAE).


Vaughan, C. (2019). Conservación de la lapa roja (Ara macao) con manejo in situ en el Pacífico Central de Costa Rica. Revista de Ciencias Ambientales, 53(2), 166–188.


Pérez, E. (1998). Evaluación del hábitat disponible para la guacamaya roja (Ara macao), en Petén, Guatemala [Tesis de grado, Universidad de San Carlos de Guatemala].


Wright, T. F., Toft, C. A., Enkerlin‐Hoeflich, E., Gonzalez‐Elizondo, J., Albornoz, M., Rodríguez‐Ferraro, A., Rojas‐Suárez, F., Sanz, V., Trujillo, A., Beissinger, S. R., Berovides, V., Gálvez, X., Brice, A. T., Joyner, K., Eberhard, J., Gilardi, J., Koening, S. E., Stoleson, S., Martuscelli, P., ... Wiley, J. W. (2001). Nest poaching in neotropical parrots. Conservation Biology, 15, 710–720.


Calvo-Obando, A., & Ortíz-Malavassi, E. (2012). Fragmentación de la cobertura forestal en Costa Rica durante los periodos 1997–2000 y 2000–2005. Revista Forestal Mesoamericana Kurú, 9(22), 10–21.


Artavia-Durán, E. (2018). Tamaño poblacional y censado de nidos de la especie Ara macao (Psittacidae) en la Península de Nicoya, Costa Rica. Zeledonia, 22(1), 33–43.


Monge, O., Schmidt, K., Vaughan, C., & Gutiérrez‐Espeleta, G. (2016). Genetic patterns and conservation of the Scarlet Macaw (Ara macao) in Costa Rica. Conservation Genetics, 17, 745–750.


Arias Vega, V. E. (2020). Evaluación de la reintroducción como herramienta de conservación para la vida silvestre: Caso de la lapa roja (Ara macao) en el sureste de la Península de Nicoya, Puntarenas, Costa Rica [Tesis de maestría, Universidad de Costa Rica].

2 Comments


Paula
Jun 29

Qué maravilla! No sabía que requería tanto tiempo prepararlas para poder liberarlas. Me encantaría saber cómo afecta la lapa roja en su ecosistema. Gracias por el maravilloso trabajo que haceis, y gracias por compartirlo!

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Sonia
Jun 29

Qué buen trabajo! Me alegra ver que sehacen tantos esfuerzos para conservar especies. Felicidiades por tu trabajo y mucho ánimo, porque no debe de ser fácil. Ojalá tener la oportunidad de decicarme a algo así, pero el sector de la fauna y la conservación es muy complejo. Un abrazo!

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