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Moldeando la Conducta Alimentaria en la Rehabilitación de Psitácidas para Liberación

  • Foto del escritor: Roger Valls Martínez
    Roger Valls Martínez
  • hace 55 minutos
  • 8 Min. de lectura

Preparar a un loro criado en cautividad para vivir en libertad es un proceso mucho más delicado y exigente de lo que se puede pensar. La vida silvestre requiere habilidades que estos animales no desarrollan de forma automática, y una de las más decisivas es aprender a identificar, encontrar, acceder y consumir los alimentos de su entorno natural. Aunque puedan parecer instintivas, estas capacidades necesitan construirse en base a la experiencia y, por tanto, durante la rehabilitación, porque de ellas depende en gran medida que un loro liberado pueda sobrevivir y desenvolverse con autonomía en su hábitat.



Los aprendizajes esenciales antes de la suelta


Antes de centrarnos en lo alimentario, vale la pena recordar que la vida en libertad exige dominar toda una serie de habilidades paralelas. A lo largo de su infancia y juventud, los loros deben aprender a reconocer a los individuos de su propia especie y a relacionarse con ellos de forma normal. Identificar depredadores potenciales y mostrar la conducta adecuada para mantenerse a salvo frente a ellos también es fundamental; necesitan desarrollar un vuelo efectivo, ágil y con la resistencia necesaria para desplazarse por áreas amplias; deben saber moverse por diferentes tipos de sustratos, trepar, equilibrarse, colgarse y desplazarse por ramas que no siempre serán estables. También deben ser capaces de encontrar agua en determinados momentos del año, a pesar de que muchos loros obtienen gran parte del agua a través de la propia dieta. Todas estas habilidades las adquieren en un cóctel perfecto de instinto y experiencia en sociedad cuando crecen en vida libre. Sin embargo, cuando son criados en cautividad el entorno no promueve el mismo tipo de experiencias a menos que los rehabilitadores nos ocupemos expresamente de adaptarlo para tal fin.



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Ya sean loros criados a mano (izq.) como parentales (der.), el entorno de cautividad no les enseñará las habilidades que necesitan para sobrevivir en la naturaleza, salvo que los rehabilitadores trabajemos a conciencia en ello.


Además, si queremos que la liberación contribuya realmente a la preservación de la especie como parte del ecosistema —algo que, bajo mi punto de vista es condición sine qua non—, también es fundamental que sepan identificar las cavidades o estructuras que puedan servirles como nidos y que desarrollen comportamientos reproductivos adecuados. Y es que un loro que no puede reproducirse es un individuo que no está contribuyendo a la consolidación de la población en esa zona y, por tanto, su impacto en las funciones ecosistémicas es, por decirlo de alguna forma, artificial.


Todos estos elementos forman parte del proceso de preparación para la vida en libertad. Sin embargo, en esta entrada quiero detenerme exclusivamente en el moldeado de la conducta alimentaria.


En este vídeo puedes ver un guacamayo escarlata recién liberado (6 días tras la liberación), cuando todavía no es plenamente capaz de desenvolverse de forma ágil en el entorno natural. Aun siendo individuos considerados perfectamente rehabilitados, pasan por dificultades las primeras semanas tras la liberación. Si la preparación no fuera óptima, imagina cómo terminaría este pobre guacamayo. - Vídeo propio.


Comprender la dieta natural: el primer paso


La base de todo proceso de acondicionamiento es entender qué comen realmente los loros en la naturaleza. Aunque cada especie presenta particularidades, la mayoría de ellas comparte una característica importante: son animales más bien oportunistas, con una dieta relativamente amplia y flexible. Se alimentan de frutos, semillas, brotes, flores, estructuras vegetales inmaduras, y ocasionalmente de recursos de origen animal. Esta flexibilidad no es casual; es un rasgo adaptativo asociado a la variabilidad estacional y geográfica de los recursos disponibles. Dicho de otro modo, suelen comer lo que pueden encontrar en cada momento y lugar.


Ahora bien, lo que para un loro silvestre es una habilidad desarrollada desde muy temprano gracias al aprendizaje social y a la exploración desde su juventud, para un loro criado en cautividad puede ser terreno completamente desconocido. Un individuo que ha crecido con alimento comercial o con un repertorio muy limitado de frutas y verduras no será capaz de identificar un fruto silvestre, reconocerlo como comestible o manipularlo correctamente para acceder a su parte nutritiva.


Por eso, un elemento clave en la preparación de preliberación es identificar cuáles serán las fuentes alimentarias reales y disponibles a lo largo del año en el lugar concreto donde se liberará al animal, recolectarlas en el propio entorno y ofrecérselas de forma sostenida durante todo el proceso. Y subrayo lo de “el lugar donde se liberará el animal”: no basta con revisar literatura o extrapolar datos generales sobre la dieta natural de la especie. Debemos ser nosotros quienes recorramos el territorio, observemos el ecosistema y registremos qué recursos existen allí en cantidades suficientes. De poco sirve ofrecer diariamente carambolas, por ejemplo, porque tenemos un árbol accesible en el centro, si esa planta no forma parte de la disponibilidad real del hábitat de liberación.


El botín que trajimos con nosotros tras regresar de una de las numerosas expediciones un búsqueda de recursos alimentarios naturales para la rehabilitación de guacamayos escarlata en Costa Rica. - Fotografía propia.
El botín que trajimos con nosotros tras regresar de una de las numerosas expediciones un búsqueda de recursos alimentarios naturales para la rehabilitación de guacamayos escarlata en Costa Rica. - Fotografía propia.


Enseñándoles a identificar y manipular el alimento


Para un loro sin experiencia, un fruto de palmera, una semilla dura o la almendra de una especie silvestre no necesariamente “parecen” comida. En los primeros días, muchos loros las ignoran, las manipulan como si fueran objetos o directamente las descartan. Esto es normal: el proceso cognitivo de clasificación alimentaria requiere experiencias asociativas.


Por eso, el primer paso suele consistir en mezclar alimentos conocidos con esos ítems silvestres, creando una transición más progresiva. Esa mezcla genera una primera asociación: esto está en el comedero, se parece a la comida, está con la comida… por lo tanto probablemente también sea comida.


Ahora bien, que un loro reconozca un alimento como comestible no significa que sepa cómo acceder a él. En libertad, los loros desarrollan habilidades motoras finas relacionadas con la manipulación de frutos: sostenerlos con el pie, aplicar la fuerza justa para fracturar una cáscara, utilizar el pico para pelar, torcer, retirar capas externas o romper fibras vegetales, etcétera. En cautividad, de entrada, muchos loros suelen disponer de comida blanda, fácil de masticar y sin capas protectoras duras. Esto significa que deben aprender desde cero cómo manipular un alimento silvestre.


Un grupo de guacamayos escarlata (Ara macao) forrajeando en un almendro de playa en la costa Pacífico de Costa Rica. - Fotografía de Noelia Sánchez.
Un grupo de guacamayos escarlata (Ara macao) forrajeando en un almendro de playa en la costa Pacífico de Costa Rica. - Fotografía de Noelia Sánchez.

Cuando se trata de frutos o semillas difíciles de abrir, es recomendable facilitar el acceso al interior durante los primeros días. Poniendo como ejemplo la rehabilitación de guacamayos escarlata en la costa Pacífico de Costa Rica: partir el palmiche por la mitad, abrir ligeramente las almendras de playa o retirar parte de la cáscara de una semilla muy dura les permite reconocer las características del interior del alimento sin tener que ejecutar todavía un comportamiento de descascarado complejo. Una vez reconocen el ítem como alimento, el resto es cuestión de práctica: poco a poco, se va reduciendo la manipulación humana hasta que finalmente se ofrecen los frutos completamente enteros, tal y como los encontrarían en la naturaleza.


Algunos de los ítems alimentarios de estas bandejas están partidos por la mitad para facilitar el acceso a guacamayos que todavía están en la mitad de su proceso de preparación. - Fotografía propia.
Algunos de los ítems alimentarios de estas bandejas están partidos por la mitad para facilitar el acceso a guacamayos que todavía están en la mitad de su proceso de preparación. - Fotografía propia.

Por último, si nos aseguramos de ofrecerles una dieta lo suficientemente variada y cambiante, los loros desarrollarán algo más valioso que el simple conocimiento de qué comer y cómo hacerlo: desarrollarán plasticidad alimentaria. Es decir, la capacidad de identificar y saber manipular nuevos recursos alimentarios incluso cuando no han sido expuestos a ellos nunca antes. Y es que la experiencia manipulando frutos o semillas de distinta dureza, forma y textura también facilita que extrapolen habilidades a ítems nuevos tras la liberación. Por eso, loros acostumbrados a una dieta amplia y variada tendrán muchas más posibilidades de sobrevivir que loros que solo reconocen unos pocos alimentos. 


Las bandejas en las que se preparaba y almacenaba el alimento silvestre para en proyecto de cría y reintroducción del guacamayo escarlata. - Fotografía propia.
Las bandejas en las que se preparaba y almacenaba el alimento silvestre para en proyecto de cría y reintroducción del guacamayo escarlata. - Fotografía propia.


Acceder al alimento: otra enseñanza clave


La presentación del alimento es tan importante como el alimento en sí. En la naturaleza, los frutos raramente se encuentran en superficies estables y accesibles, como comederos o bandejas: cuelgan de racimos, nacen en la punta de ramas flexibles, se ocultan entre hojas o se sitúan a alturas que obligan al animal a trepar o a llegar volando a ellos.


Por ello, durante la rehabilitación es fundamental reproducir esas condiciones y fomentar una amplia gama de comportamientos y habilidades de acceso a la comida. Una vez los loros ya reconocen y consumen los ítems en su forma natural, empezamos a ofrecerlos:


  • colgados en sus racimos originales si es posible,


  • sujetos en ramas altas y flexibles,


  • ubicados en diferentes puntos del recinto (y que varíen día tras día),


  • y en estructuras que requieran comportamientos más complejos, como trepar, estirarse, colgarse boca abajo o desplazarse en equilibrio.


Esta parte del proceso no solo refuerza la habilidad de forrajeo, sino que contribuye al desarrollo físico general del animal. Los loros aprenden a calcular distancias, a utilizar su pico como herramienta de apoyo, a cambiar de postura con agilidad y a manejarse en un espacio tridimensional como tendrán que hacerlo en los ambientes en los que van a vivir.


Un pequeño mango colgado para la rehabilitación de la conducta alimentaria de un grupo de pericos bronceados (Brotogeris jugularis). - Fotografía de Noelia Sánchez.
Un pequeño mango colgado para la rehabilitación de la conducta alimentaria de un grupo de pericos bronceados (Brotogeris jugularis). - Fotografía de Noelia Sánchez.


¿Están listos para la liberación?


Una vez consideramos a los loros preparados desde un punto de vista alimentario, todavía quedan otros aspectos que debemos evaluar en ellos, pero en los que ya deberíamos haber ido trabajando paralelamente. Cuando además de un comportamiento alimentario óptimo, demuestran:


  • un buen estado de salud física,


  • una edad suficiente como para desenvolverse de forma independiente en vida libre,


  • un desarrollo físico acorde a su edad,


  • un vuelo ágil y eficiente,


  • la capacidad de moverse y desenvolverse con destreza y coherencia por sustratos naturales,


  • una conducta social normal,


  • y una respuesta adecuada frente a depredadores,


entonces podemos considerar que están listos para ser liberados.


Este proceso suele estar determinado por la edad de los animales, que varía según la especie. Es decir, existe un rango de edad óptimo para liberar a cada especie de psitácida, y los rehabilitadores debemos asegurarnos de que los individuos estén preparados dentro de ese periodo. Retrasar la liberación más allá de este rango puede generar riesgos importantes asociados a un tiempo demasiado prolongado en cautividad: mayor probabilidad de humanización o habituación a los humanos, pérdida de instintos esenciales, y un aumento de la rigidez física y mental.


Por eso, desde el inicio es fundamental ofrecer a los loros un entorno adecuado que les enseñe todo lo necesario y los prepare para la vida en libertad lo antes posible. De este modo, cuando llegue la ventana de oportunidad para la liberación, los animales estarán listos para adaptarse con las máximas garantías.


Tomando muestras de sangre de un guacamayo para descargar posibles enfermedades un mes antes de su liberación. - Fotografía de Noelia Sánchez.
Tomando muestras de sangre de un guacamayo para descargar posibles enfermedades un mes antes de su liberación. - Fotografía de Noelia Sánchez.

Pero, como ya he dicho, en esta entrada sólo quería centrarme en la preparación de la conducta alimentaria, pues considero que es uno de los pilares fundamentales de este proceso y también uno de los que condiciona más la labor de los rehabilitadores como parte del mismo. La preparación alimentaria de los loros destinados a la liberación es un proceso laborioso, gradual y tremendamente importante, aunque a menudo pase desapercibido. No se trata simplemente de “darles de comer cosas de la naturaleza”, sino de construir una relación profunda entre el loro y su entorno alimentario. Se trata de enseñarles no solo qué comer, sino cómo encontrarlo, manipularlo y acceder a ello, y de que desarrollen la flexibilidad mental necesaria para enfrentarse a un mundo dinámico y lleno de variables.


Todo esto se traduce en loros más preparados, más autónomos y con mayores posibilidades de sobrevivir y establecerse una vez devueltos a la vida libre. Y, en última instancia, en un esfuerzo de conservación más ético y efectivo.


Como siempre, espero que este contenido te haya resultado interesante, tanto si eres profesional del sector (o estás en vías de serlo) como si no lo eres y sólo me lees por mero entretenimiento. Te invito a dejar tus comentarios, preguntas o sugerencias en la sección de “Comentarios” para que podamos intercambiar ideas, experiencias y puntos de vista. ¡Nos leemos en la próxima entrada!



Roger Valls Martínez

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