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  • Foto del escritorRoger Valls Martínez

La confianza entre animal y cuidador

Ya estemos hablando de particulares con algún animal a su cargo o de cuidadores dedicados profesionalmente al cuidado de estos, es común encontrarnos con la necesidad de crear un vínculo de confianza entre ambas partes. Sin embargo, esto no siempre es tarea fácil y las carencias en este sentido suelen dinamitar buena parte de las relaciones forzosamente estrechas entre el animal y el humano.



Crear un vínculo de confianza, tanto de animal a entrenador como de entrenador a animal, no es igual de fácil con todos los individuos. Aquí, con Iris (Ara macao), ¡uno de los complicados! - Fotografía de Noelia Sánchez.


¿Por qué es importante la confianza?


Cuando hablamos de animales bajo cuidado humano, hablamos de animales cuya libertad plena (entendiéndose como la clase de libertad de la que gozarían sus homólogos silvestres) ha sido limitada, precisamente por el hecho de vivir en cautividad y depender del entorno y cuidados que nosotros les proveemos. En un contexto en el que, además, su conducta natural suele verse notablemente restringida, es común que aparezcan tensiones entre el animal y nosotros, los humanos que ejercemos el rol de cuidador, a raíz de las diferentes motivaciones y necesidades existentes por cada una de las partes.


Un ejemplo de esto son los loritos que viven como mascotas en casa de sus compañeros humanos. En esta situación, el lorito busca satisfacer sus necesidades sociales y reproductivas, así como ejecutar comportamientos de forrajeo (y otros) propios de su especie, en un entorno completamente diferente del que sería su entorno silvestre, en el que, de forma natural, sería capaz de desempeñarse de tal modo. Sin embargo, para el humano, todo eso se traduce en la casi completa destrucción de su hogar: el animal destroza lámparas, electrodomésticos, libros y marcos de las puertas y ventanas, entre otras cosas. Además, en un intento por emparejarse con algún miembro de la familia humana, empieza a competir por su atención y a mostrarse agresivo con otros convivientes. Todos estos y otros problemas son los que pueden surgir con frecuencia en un contexto de estas características y, el humano, como cuidador y responsable del animal, debe gestionar la situación de la mejor forma posible para compatibilizar la presencia del animal con el normal devenir de su vida diaria. Sin embargo, el ave tiene su propia voluntad y no son pocas las veces que muestra su disconformidad con las medidas adoptadas.



Lidiar con las restricciones que les impone la cautividad no es fácil para animales salvajes como, por ejemplo, los periquitos australianos (Melopsittacus undulatus). - Fotografía de Noelia Sánchez.


Es en este punto en el que la relación de confianza entre el animal y el humano es clave: si el animal tiene una relación positiva y de confianza con su cuidador, a este le será mucho más sencillo gestionar la situación con el mínimo perjuicio sobre el bienestar del animal. De lo contrario, la negociación se convertirá probablemente en una lucha de poder en la que las restricciones y los engaños constantes harán saltar por los aires el más mínimo vestigio de confianza entre ambos implicados.


Y algo parecido sucede en otras formas de cuidado animal, aunque es cierto que, la importancia de dicha relación de confianza es directamente proporcional a la necesidad de manejo del animal. Dicho de otra forma, la calidad del vínculo de confianza entre animal y humano es más importante cuando la interacción entre el ambos debe ser constante o muy frecuente, como en el caso de animales tenidos como mascota, animales que participan en exhibiciones periódicamente o animales que deben ser manejados de forma habitual, por ejemplo, para procedimientos de cuidado veterinario (medicación, toma de muestras, etcétera). En estos casos, en los que se prevé que sea menester manejar al animal con asiduidad, tener un vínculo de confianza con ellos para minimizar su estrés y los contratiempos que puedan aparecer en dichas situaciones, es fundamental.



Administrando medicación intramuscular bajo inmovilización a una iguana verde (Iguana iguana) con Noelia Sánchez. - Imagen propia.


La confianza es como una cuenta bancaria


Si entendemos la confianza como si fuera dinero, podemos verla en nuestros animales como si de una cuenta de banco se tratara. Cuanta más confianza tenga el animal en nosotros, sus cuidadores, más positivo es el valor de que disponemos en la cuenta. Por el contrario, si el animal nos teme o no sabe qué esperar por nuestra parte en cada situación, podemos decir que la cuenta está en déficit o, lo que es lo mismo, en valores negativos.


Cada interacción con el animal se entiende como una transacción de confianza, que puede sumar o bien restar en la cuenta. La obtención de una experiencia positiva de nuestra parte, sumará, mientras que una negativa, restará.



Entrenamiento para el acceso voluntario a un transportín. - Fotografía de Noelia Sánchez.


Como digo, nuestra necesidad como cuidadores de que la cuenta esté en positivo, va a depender de qué tipo de interacción precisemos para con el animal. La cuenta de confianza de un ave que vive libre en la naturaleza tendrá valores muy negativos con respecto a nosotros, pero eso no debe importarnos, pues el animal no depende de nuestro cuidado ni de la interacción con nosotros. Sin embargo, nuestra mascota o el animal del que cuidamos diariamente en el trabajo sí debería confiar en nosotros para, como mínimo, no vivir angustiado, con miedo o completamente frustrado en su día a día. Por tanto, un objetivo primordial cuando hablamos del cuidado de animales que viven en cautividad debería ser, salvo en casos excepcionales, no caer nunca en déficit.


Ingresos en forma de refuerzo positivo


Cuando pretendemos modificar la conducta de un animal, una de las formas de aprendizaje sobre la que los cuidadores solemos apoyarnos es el condicionamiento operante. A través del entrenamiento, enseñamos a los animales a comportarse de una manera determinada, asegurándonos de que sea dicho comportamiento el que le reporta un mejor resultado. El refuerzo positivo es una de los cuatro métodos de enseñanza basados en el condicionamiento operante: consiste en recompensar al animal cuando su comportamiento es el deseado, para incrementar la frecuencia de expresión de dicho comportamiento en el futuro.


El refuerzo positivo debería ser el método preferentemente utilizado en el entrenamiento de animales, puesto que, entre otras cosas, es el único que generalmente puede considerarse como un ingreso en la cuenta de confianza del animal hacia nosotros, sus cuidadores. El uso del refuerzo positivo como base del entrenamiento garantiza que el saldo de la cuenta sea lo suficientemente abultado como para resistir cualquier retirada que eventual e irremediablemente pudiera ocurrir, como un procedimiento médico forzoso o con restricción, un engaño necesario o una inconsistencia del entrenador durante el manejo, entre otros supuestos.





Sin embargo, y para finalizar, mientras nos enfocamos en aplicar el refuerzo positivo, es importante no descuidar otro factor, a menudo pasado por alto, y que mejora el bienestar de los animales: ofrecerles alternativas entre las que elegir o, lo que es lo mismo, control sobre su entorno.


Como cuidadores, a menudo debemos tomar decisiones en nombre de los animales con los que convivimos o trabajamos. Lo hacemos con las mejores intenciones, basándonos en la experiencia y nuestro conocimiento acerca de sus preferencias, necesidades y motivaciones (aunque es innegable nuestro sesgo personal también influye en ellas). Pero lo cierto es que, cuando entrenamos (incluso con refuerzo positivo) a un animal, le enseñamos que hay una respuesta correcta, lo que implícitamente da por no válidas al resto, que no son recompensadas. Y este es un mal menor, no me malinterpretes, puesto que es necesario que los animales aprendan a comportarse de la forma que les asegure una buena vida en coexistencia con el humano, pero también es cierto que debemos esforzarnos por, al margen del ámbito del entrenamiento, ofrecerles las máximas oportunidades posibles para que puedan elegir qué hacer, cómo ser y dónde y cuándo hacer cada cosa.


Considero que otorgar libertad a un animal que no vive en libertad es lo más bonito que podemos hacer por él.


Espero que te haya parecido interesante, ¡muchas gracias por leerme!


Roger Valls Martínez

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