La cotorra argentina es un ave fascinante, aunque no por ello debemos dejar de ser conscientes de su potencial colonizador. Como animal social y extremadamente inteligente, goza de una gran capacidad adaptativa, y prueba de ello son los recientes descubrimientos con respecto a la relación que ha establecido con la cigüeña blanca.
La Cotorra Argentina: Un Invitado Inesperado
En el complejo entramado de la biodiversidad, a veces, ciertas especies introducidas pueden alterar drásticamente el equilibrio natural de un ecosistema. En este contexto, la cotorra argentina (Myiopsitta monachus) ha emergido en los últimos años como una figura destacada en el panorama español (así como de muchos otros lugares del mundo), cuyo efecto sobre las poblaciones de especies autóctonas sigue sin ser claro. Originaria de América del Sur, esta especie ha encontrado un nuevo hogar en España, desafiando las barreras geográficas y convirtiéndose en un fascinante ejemplo de cómo algunas especies son capaces de aprovechar toda clase de oportunidades para adaptarse a un ecosistema ajeno.
La cotorra argentina, conocida por su comportamiento social y su bonito plumaje, cuenta con poblaciones notablemente bien establecidas en diversas regiones del mundo tras haber sido introducida a través del comercio internacional, especialmente en las décadas de los 60 y los 70. En el caso de España, la población de cotorras argentinas ha prosperado particularmente en entornos urbanos. Sin embargo, lo que hace único a este fenómeno es su incursión en áreas rurales que está teniendo lugar en los tiempos más recientes y, sobre todo, la forma en la que se está produciendo.
El vínculo con la cigüeña blanca
Un estudio reciente en la región de Madrid revela una conexión intrigante entre las cotorras argentinas y las cigüeñas blancas (Ciconia ciconia). Aunque generalmente son aves que se han adaptado a los entornos urbanos en España, parece que las cotorras están siendo capaces, en algunas regiones, de expandir su presencia hacia áreas rurales contiguas.
Y es que, uno de los factores limitantes que enfrentan las poblaciones de cotorra argentina a la hora de dispersarse en entornos no urbanos es la depredación a causa de una mayor presencia de depredadores, principalmente de aves rapaces como el halcón peregrino o el águila real.
La expansión de la cotorra argentina hacia zonas rurales en los últimos años parece ir casi siempre asociada a la presencia de cigüeña blanca. Las cotorras construyen sus nidos adosados a los de las cigüeñas, formando una especie de estructura multinivel en la que ambas especies conviven en armonía. Y es a raíz de dichas observaciones cuando se plantea la hipótesis de que este vínculo no viene dado por los requisitos estructurales de las cotorras a la hora de construir sus nidos, si no por su necesidad de protección frente a los depredadores de los que hablaba anteriormente.
Una relación de comensalismo
Se ha observado, que es menos probable que las cotorras argentinas que viven asociadas con cigüeñas huyan ante la aproximación de un ave depredadora, si las comparamos con aquellas que anidan sin asociación. Este hecho sugiere que la presencia de cigüeñas proporciona a las cotorras una defensa efectiva contra los depredadores.
Por otra parte, en estas mismas áreas se ha determinado que la posibilidad de que una familia de cotorras abandone su nido está estrechamente relacionada con el abandono previo del nido de cigüeña asociado. Además, la prevalencia de abandono de los nidos adosados a nidos de cigüeña ha demostrado ser mucho menor que en nidos independientes. Todo ello supone una constatación todavía más evidente del fenómeno de facilitación que se produce de las cigüeñas para con las cotorras, pues es una muestra de que las cotorras, al perder a las cigüeñas, pierden con ellas una protección efectiva frente a los depredadores.
Cotorra argentina recolectando ramitas para construir su nido. - Vídeo propio.
Así pues, la asociación en la nidificación entre cotorras argentinas y cigüeñas blancas parece constituir una forma de facilitación ecológica, más específicamente de comensalismo, en la que el organismo beneficiado es la cotorra, mientras que la cigüeña no parece verse afectada por el vínculo.
¿Un nuevo patrón de dispersión?
Este hallazgo respalda la idea de que la presencia de cigüeñas blancas puede ser un vector a través del cual la cotorra argentina pueda dispersarse por nuestro territorio nacional, siendo capaz de prosperar en entornos rurales hostiles.
Esto tiene importantes implicaciones en cómo podríamos esperar que evolucione la demografía de la especie introducida en la Península Ibérica. En la actualidad, la presencia de cotorra argentina en nuestro país está claramente acotada a grandes núcleos de población y otras zonas urbanas importantes (Figura 1). La predicción hasta ahora más fiable de la que se disponía en este sentido en España en los años venideros la realizaron Muñoz y Real (2006) (Figura 2).
Sin embargo, conociendo la asociación que está teniendo lugar entre las cotorras argentinas y las cigüeñas blancas en áreas rurales y teniendo en cuenta precisamente la distribución geográfica de estas últimas (Figura 3), no es descabellado pensar en un posible cambio de paradigma. En él, las cotorras argentinas serían capaces de dispersarse y, por tanto, de extender su ámbito de ocupación a regiones más despobladas y aisladas, siempre dentro del rango de distribución de las cigüeñas, que les facilitarían su establecimiento de forma involuntaria.
Reflexiones finales
La interacción entre la cotorra argentina y la cigüeña blanca enfatiza la complejidad de las relaciones entre las especies invasoras y las comunidades receptoras. Esta relación de comensalismo subraya la importancia de comprender las dinámicas ecológicas para desarrollar estrategias de manejo efectivas.
La adaptabilidad de la cotorra argentina, por otra parte, no solo es un testimonio de su capacidad para colonizar nuevos entornos, sino también de la necesidad de abordar de forma temprana e integral los desafíos que plantean la introducción e invasión por parte de especies foráneas.
En última instancia, este fenómeno nos invita a reflexionar sobre cómo coexisten las especies en un mundo en constante cambio como es el nuestro. Espero que hayas disfrutado de este post. ¡Nos leemos en el próximo!
Roger Valls Martínez
PD.: Por si te interesa, cito a continuación los dos artículos científicos que he utilizado para crear el contenido de esta entrada, así como los enlaces para que puedas descargarlos.
Es muy curioso e interesante! Gracias Roger!
Pero me preocupa cómo esta dispersión, si bien no afecta a las cigüeñas, pueda afectar a otras especies por la competencia de recursos